jueves, 30 de enero de 2014

Azúcar: el amigo de la caries


El deseo del sabor dulce es innato para muchos y lo asociamos a ideas agradables, incluso la leche materna humana es más dulce que la de cualquier otro animal. Pero el azúcar no nos aporta nada de energía, de vitaminas, de minerales, ni de fibra. Lo que necesitamos no es el azúcar blanco y refinado, sino hidratos de carbono complejos que se metabolizan lentamente y aportan los minerales necesarios para su digestión.

Deberíamos evitar su consumo frecuente, ya que el azúcar altera el pH de la boca acidificándola y así provoca un crecimiento indeseado de bacterias. Además, algunas bacterias metabolizan el azúcar en ácidos orgánicos, que causan la desmineralización de los dientes, y es cuando generamos la caries.


Por si fuera poco, altera el nivel de glucemia, produciendo síntomas como el nerviosismo y dolor de cabeza y, a la larga, diabetes tipo II. Se ha documentado que en los pueblos que aún no consumen azúcar refinado, la diabetes prácticamente no existe. Esta sustancia blanca, con el tiempo, puede debilitar el sistema inmunológico, o causar pérdida de capacidad de concentración, depresión y otras enfermedades mentales.

Aunque parezca una contraindicación, podemos encontrar pastas dentífricas que contienen azúcar o edulcorantes artificiales como la sacarina. Estos dentífricos son  perjudiciales sobre todo para los niños, porque pueden tragar o porque sus ingredientes pueden penetrar a la circulación a través de la mucosa bucal. De todas formas, podemos fijarnos en los ingredientes y encontrar dentífricos libres de edulcorantes.

Por otro lado, el azúcar industrial puede crear adicción. Nuestra sociedad, con su ritmo de vida cada vez más acelerado, despierta las ganas de comer alimentos dulces porque nos exigen  más rendimiento. El consumo elevado de azúcar eleva el sentimiento de superioridad y, a la vez, el ritmo de vida. Este círculo vicioso termina en el agotamiento.

Mientras, la industria azucarera paga a los científicos para pulir su imagen y la publicidad que nos llega de ellos es engañosa. Los edulcorantes artificiales también pueden ser peligrosos para la salud a largo plazo. Puede, incluso, alterar nuestro sentido del gusto y así,  los dulces nos parecen más apetecibles que los alimentos sanos y ricos en sustancias vitales.

Si alguien piensa que el azúcar moreno es más sano que el blanco, esto es un mito porque no tiene componentes más valiosos que el blanco. A diferencia de la stevia, tanto el azúcar blanco como el moreno, destruyen la vitamina C y alteran de este modo el régimen de calcio y fósforo de nuestro organismo.


Particularmente en los bebés, debemos evitar dar líquidos azucarados, ya que se estanca alrededor de los dientes. Cuando están dormidos, la salivación disminuye y se reducen los efectos protectores de la saliva. Si los líquidos contienen azúcar y si son consumidos frecuentemente, los dientes serán desmineralizados y generarán caries en ellos.



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