La meditación puede ser útil para sentirte mejor cuando
te duele la boca o un diente. Es una estupenda técnica para aliviar el dolor debido
a que cuando meditamos acontecen cambios bioquímicos y fisiológicos a nivel del
organismo que alteran el metabolismo, latido del corazón, sistema respiratorio, presión
arterial y activación cerebral.
Y es tan simple como quedarse mirando a un punto o cerrar
los ojos, respirar, dejar de hablar y de pensar y ya estarás meditando. Necesitas
poner atención plena y consciente en el presente, en el aquí y ahora. Sólo hace falta parar, estar, calmar la
vocecilla interna y respirar. Se trata de encontrarse y respirar.
La meditación a veces ayuda a aliviar el dolor y si
trabajamos de manera consciente puede llegar a funcionar como un analgésico. El dolor no
sólo tiene dimensiones sensoriales, sino también emocionales y cognitivas. Cuando
uno se concentra en el dolor sin juzgar, puede separar los elementos emocionales y
cognitivos. Al no identificar todos esos pensamientos negativos, el sufrimiento
es menor ya que el cerebro disminuye las señales del dolor.
Se recomienda meditar unos 15 minutos en una posición cómoda. Concentrarse
en la respiración y analizar y sentir el cuerpo de abajo hacia arriba y enfocarse
en los sentimientos de la zona del dolor sin juzgar. Allí donde experimentas
dolor respira despacio, inhalando y exhalando. Repasa otra vez cada parte del
cuerpo desde los dedos del pie, rodilla, abdomen, cuello, mandíbula, dientes, y
sobre todo para en la zona del dolor, tomando conciencia de los sentimientos y
controlándolos por medio de la
respiración.
Los investigadores han demostrado que, a largo plazo, los que
meditan presentan mayor densidad de neuronas y que los cerebros se conservan
jóvenes más tiempo. Insisto que el sistema nervioso es el que dirige todos los
procesos que pasan en el cuerpo, entre ellos, la sensación del dolor o de
bienestar.
Para terminar, hoy quiero contar que hace poco experimenté la meditación en
momentos de dolor porque me explicó que así lo hacia una amiga y paciente.
Aprendo mucho de vosotras, así que os agradezco mucho a los que me acompañáis en este camino. De la
misma manera, me gustaría seguir ayudando a los que sufrís dolor y espero que os sean útiles estas ideas.
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